Si algo de bueno tienen estos anticiclones invernales son los cielos limpios que nos brindan. Si además la fase lunar acompaña podemos disfrutar aún más con su siempre mágica presencia.
Quizás sea porque por el norte estamos más acostumbrados a las nubes y no la vemos tan a menudo, o será porque todos tenemos algo de lobo o porque su atracción nos resulta algo ancestral.
La cosa es que a veces me embriaga.
Más por darme un buen paseo y pisar algo de nieve que por ir a buscarla subí hace unos días a este alto que tanto me gusta. Aquí estas sufridas y asoladas hayas son azotadas por el viento y el frío y no crecen de igual manera que sus hermanas de más abajo. De siempre me ha gustado su fisonomía retorcida y achaparrada.
El atardecer fue bastante soso pero la luna creciente sobre el horizonte hizo que me quedase un rato más. Su presencia se iba imponiendo según la luz ambiente caía.
Desde luego, no podía haber venido a mejor sitio que éste si mi intención era la de atraparla. Parece que las hayas jugaban al mismo juego que yo y estiraban sus brazos para poder acariciarla...
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| 5D MII, 17-40, f14, 30", ISO200. Trípode y flash de mano. Pinchad sobre la imagen para verla a mayor tamaño. |
Otso sen horrek gauza politak sortzera eramaten zaitu. Etzazu sen hori galdu!
ResponderEliminarBesarkada bat!
Oraingoan be argazki ederra egin duzu!
ResponderEliminarHas sabido dejar plasmada en la fotografía toda la magia de la luna en esas hermosas laderas.
ResponderEliminarBesos
Hola Urtzi! Pués al contrario que en nuestros lares, aquí daríamos nuestro brazo a torcer por un poquito de nubes y cielos cargados como los vuestros, menuda envidia (sana eeeh), si una cosa vemos por aquí es la luna i cielos rasos, aunque la contaminación nos prive de ello muchas otras veces.
ResponderEliminarReferente a la foto, una pasada estas hayas solitarias, como pueden crecer en estos pedregales, muy bien vista la foto, casi acaricia tu luna como una poesía, si señor!
Un saludo