Kaixo guztioi!!!
Aprovechando la iniciativa de Fotonatura
en la que se organizó un concurso para fotografiar la naturaleza durante un fin
de semana concreto, decidí aportar a ella mi granito. Todo hay que decirlo, así
tenía excusa para tirarme al monte unas horas… ;º)
Las previsiones de tiempo además no
eran malas para el bosque: cielos cubiertos y bastante agua. La gente se
sorprende de que con este tiempo se nos ocurra salir al monte…y menos a hacer
fotos.
Hombre, no es como estar haciendo
fotos de estudio a 20ºC y con una cervecita fresca en la mesa. Es incómodo y si
hay viento incluso frustrante. Pero el bosque con este tiempo se trasforma. Se
le encienden los colores y se matizan sus luces, que de otra forma suelen ser intratables.
Con tanta humedad el bosque huele
a bosque. Se respira su aliento. Cuando llevas un rato se siente como te fundes
con el entorno. Es una sensación primitiva y agradable.
Pensaréis que son chorradas.
Bueno, os invito a probarlo y después me contáis.
A lo que íbamos. El día empezaba
bien, las primeras luces dejaban ver un ambiente cargado y un bosque que
comenzaba a desplegar su traje de primavera.
Ya que había bastante agua me fui
a buscar uno de los tímidos regatos que brotan durante los días de lluvias.
Lo cierto es que no tenía ninguna
idea nueva ni un plan establecido, así que me fui a esta pequeña zona que tenía
menos trabajada.
El “regalo” no lo vi cuando
llegué. Fue mientras estaba haciendo ésta primera foto cuando casi me tropecé con
él.
Aprovechando que la niebla se cerró
bastante intenté incluir las dos hayas del fondo, buscando una composición más
o menos simétrica, por lo menos en la zona superior. Así mismo, procuré
compensar la imagen descentrando ligeramente
el marcado salto del primer plano.
Esta segunda os sonará a algunos…
Sin duda un poco más de niebla
hubiese venido bien para controlar mejor la luz. Pero no había más. Así que se
buscó una imagen distinta a la “original”, a la tomada en invierno.
En este caso bajaba más agua que
la vez anterior y se intentó llenar la zona inferior derecha con el propio
riachuelo.
Sin necesidad de polarizar para
mantener dicho reflejo retiré éste y se opté por un filtro de densidad neutra
de seis pasos. Por una parte para conseguir una exposición larga. Para el agua
pero sobre todo para las hojas, que dado el viento que hacía pensé que era
mejor sacarlas en un marcado movimiento que ligeramente movidas.
Y también para bajar un poco el
contraste. Dado que este filtro tiene esta particularidad. A su vez y mientras
el obturador estuvo abierto se trabajó a mano un filtro degradado. La
exposición resultante fue de 20 segundos y el resultado el que veis.
No eran todas las hayas que
estaban brotando pero algunas lo hacían con ganas. En una de las subidas hubo
una que me llamó la atención. Nuevamente había que afrontar una situación de
bastante contraste. Esperé un poco ya que la niebla iba y venía y mientras fui
afinando la composición.
Tras pelear un rato con el
viento, la lluvia, el degradado, el paraguas y demás me di por satisfecho y
continué.
Por supuesto el “regalo” lo
llevaba encima pero no llegaba a visualizar una imagen en la que encajarlo. Alguna
otra vez ya me había encontrado algún otro regalo de estos y me había visto en
una situación parecida.
Esta vez decidí que tenía que
incluirlo sí o sí y volví a intentarlo. En la imagen creo que no llega a
apreciarse pero en ese momento caía una de aúpa.
Jugué con el polarizador ya que el grado en el que ajustaba éste influía
bastante tanto en la cuerna como en las piedras.
Tras unas cuantas horas sin parar
de llover algunas zonas que habitualmente traen poquita agua mostraban una cara
bastante más alegre. Me sorprendió como en esta zona en concreto los colores
habían cogido una especial intensidad.
Con esta última foto se dio por
concluida una mañana de lo más entretenida. Y por supuesto, espero que hayáis disfrutado del
paseíto tanto como lo hice yo. ;º)
Agur bero bat!!!